El corazón alegre es buen remedio, mas el espíritu triste seca los huesos. Proverbios 17:22.

Hay muchas teorías sobre el origen y la función del humor, como la que dice que en realidad es un mecanismo de defensa para poder expresar cosas negativas que de otro modo no nos atreveríamos a decir, por la censura social. Pero, la realidad es que el buen humor y la risa tienen la capacidad de hacemos ver los problemas desde otra perspectiva, no tan dramática, y hasta tienen un efecto benéfico y energizante sobre el organismo, al contribuir a la liberación de endorfinas, que producen en nosotros una sensación de bienestar y felicidad.

¿Por qué nos divierten tanto las comedias, siendo que en ellas generalmente sus personajes principales enfrentan muchos problemas? Incluso la muerte, muchas veces, aparece con aspecto jocoso. Es porque nos ayudan a resignificar los problemas, darles otro sentido y dimensión. La vida, entonces, si bien tiene sus aspectos dramáticos, no tiene por qué ser trágica para nosotros. Según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, un drama es un “suceso de la vida real capaz de interesar y conmover vivamente”, por lo problemático, doloroso, o incluso bondadoso e inspirador; pero una tragedia es algo que tiene “un fin desgraciado”. El primero, si bien puede presentar sufrimientos, puede tener un fin afortunado, como con seguridad lo tendrá para los hombres de buena voluntad, si nos ponemos en manos de Dios; la tragedia, en cambio, nos habla de un fin terrible. Ninguno de los hijos de Dios tiene por qué terminar su vida en una tragedia, pues Dios ha provisto todos los recursos para que nuestra microhistoria personal tenga un final feliz.

El buen humor nos ayuda a distendernos y a ver el lado mejor de las cosas; aun en medio del dolor, denota un espíritu grande, fuerte, generoso. La salida humorística implica un acto de confianza en el otro, de sana complicidad, de donación de sí mismo para levantar el espíritu de nuestro prójimo. Implica el no tomarse tan en serio a uno mismo, en desdramatizar la propia existencia. Revela ausencia de egoísmo, un descentramiento capaz de pasar por alto la autocompasión egoísta.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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